sábado, 19 de abril de 2014

CELEBRACIONES DEL SÁBADO SANTO



CELEBRACIONES DEL SÁBADO SANTO



Jesús está sepultado. es un día de reflexión y silencio.




La Vigilia Pascual

El sábado santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrección. Es día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual

Por la noche se lleva a cabo la celebración de la Vigilia Pascual. Dicha celebración tiene tres partes importantes que terminan con la Liturgia Eucarística:

1. Celebración del fuego nuevo.
2. Liturgia de la Palabra.
3. Liturgia Bautismal.

Era costumbre, durante los primeros siglos de la Iglesia, bautizar por la noche del Sábado Santo, a los que querían ser cristianos. Ellos se preparaban durante los cuarenta días de Cuaresma y acompañados por sus padrinos, ese día se presentaban para recibir el Bautismo.

También, ese día los que hacían penitencia pública por sus faltas y pecados eran admitidos como miembros de la asamblea.

Actualmente, la Vigilia Pascual conserva ese sentido y nos permite renovar nuestras promesas bautismales y acercarnos a la Iglesia con un espíritu renovado.


a) Celebración del fuego nuevo:

Al iniciar la celebración, el sacerdote apaga todas las luces de la Iglesia, enciende un fuego nuevo y con el que prende el cirio pascual, que representa a Jesús. Sobre el cirio, marca el año y las letras griegas "Alfa" y "Omega", que significan que Jesús es el principio y el fin del tiempo y que este año le pertenece.


El sacerdote llevará a cabo la bendición del fuego. Luego de la procesión, en la que se van encendiendo las velas y las luces de la Iglesia, el sacerdote canta el Pregón Pascual.


El Pregón Pascual es un poema muy antiguo (escrito alrededor del año 300) que proclama a Jesús como el fuego nuevo.


b) Liturgia de la Palabra:

Después de la Celebración del fuego nuevo, se sigue con la lectura de la Palabra de Dios. Se acostumbra leer siete lecturas, empezando con la Creación hasta llegar a la Resurrección.

Una las lecturas más importantes es la del libro del Éxodo, en la que se relata el paso por el Mar Rojo, cómo Dios salvó a los israelitas de las tropas egipcias que los perseguían. Se recuerda que esta noche Dios nos salva por Jesús.


c) Liturgia Bautismal:

Suelen haber bautizos este día, pero aunque no los haya, se bendice la Pila bautismal o un recipiente que la represente y se recita la Letanía de los Santos. Esta letanía nos recuerda la comunión de intercesión que existe entre toda la familia de Dios. Las letanías nos permiten unirnos a la oración de toda la Iglesia en la tierra y la Iglesia triunfante, de los ángeles y santos del Cielo.

El agua bendita es el símbolo que nos recuerda nuestro Bautismo. Es un símbolo que nos recuerda que con el agua del bautismo pasamos a formar parte de la familia de Dios.

A todos los que ya estamos bautizados, esta liturgia nos invita a renovar nuestras promesas y compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus seducciones y a sus obras. También, de confirmar nuestra entrega a Jesucristo.

Sugerencias para vivir la fiesta


Hay quienes acostumbran este día encender sus velas del bautismo y llevar un cirio pascual a la iglesia o agua bendita, para tener en sus hogares.

viernes, 18 de abril de 2014

VIERNES SANTO

VIERNES SANTO

La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.
Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado. 
San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente.
Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él la mirada.
La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor que la fecunda.
La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de una presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la palabra: He ahí a tu hijo.
El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del Espíritu, la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre nosotros.
La celebración
Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.
Acción litúrgica en la muerte del Señor
1. La Entrada
La impresionante celebración litúrgica del Viernes empieza con un rito de entrada diferente de otros días: los ministros entran en silencio, sin canto, vestidos de color rojo, el color de la sangre, del martirio, se postran en el suelo, mientras la comunidad se arrodilla, y después de un espacio de silencio, dice la oración del dia.
2. Celebración de la Palabra
  • Primera Lectura Espectacular realismo en esta profecía hecha 800 años antes de Cristo, llamada por muchos el 5º Evangelio. Que nos mete en el alma sufriente de Cristo, durante toda su vida y ahora en la hora real de su muerte. Dispongámonos a vivirla con Él.
  • Salmo Responsorial En este Salmo, recitado por Jesús en la cruz, se entrecruzan la confianza, el dolor, la soledad y la súplica: con el Varón de dolores, hagamos nuestra esta oración.
  • Segunda lectura El Sacerdote es el que une a Dios con el hombre y a los hombres con Dios... Por eso Cristo es el perfecto Sacerdote: Dios y Hombre. El Único y Sumo y Eterno Sacerdote. Del cual el Sacerdocio: el Papa, los Obispos, los sacerdotes y los Diáconos, unidos a Él, son ministros, servidores, ayudantes...
  • Versículo antes del Evangelio (Flp 2, 8-9)
    Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
    Como siempre, la celebración de la Palabra, después de la homilía, se concluye con una ORACIÓN UNIVERSAL, que hoy tiene más sentido que nunca: precisamente porque contemplamos a Cristo entregado en la Cruz como Redentor de la humanidad, pedimos a Dios la salvación de todos, los creyentes y los no creyentes.
3. Adoración de la Cruz
Después de las palabras pasamos a una acción simbólica muy expresiva y propia de este dia: la veneración de la Santa Cruz es presentada solemnemente la Cruz a la comunidad, cantando tres veces la aclamación:
Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. VENID AADORARLO", y todos nos arrodillamos unos momentos cada vez; y entonces vamos, en procesión, a venerar la Cruz personalmente, con una genuflexión (o inclinación profunda) y un beso (o tocándola con la mano y santiguándonos); mientras cantamos las alabanzas a ese Cristo de la Cruz:
"Pueblo mío, ¿qué te he hecho...?" "Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza..." "Victoria, tú reinarás..."
4. La Comunión
Desde 1955, cuando lo decidió Pío Xll en la reforma que hizo de la Semana Santa, no sólo el sacerdote -como hasta entonces - sino también los fieles pueden comulgar con el Cuerpo de Cristo.
Aunque hoy no hay propiamente Eucaristía, pero comulgando del Pan consagrado en la celebración de ayer, Jueves Santo, expresamos nuestra participación en la muerte salvadora de Cristo, recibiendo su "Cuerpo entregado por nosotros".

domingo, 13 de abril de 2014

VIA CRUCIS


VIA CRUCIS



Oraciones

Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

Ave María
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


VIA CRUCIS

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Primera Estación. Jesús es condenado a muerte.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Pilato les dijo: "¿Qué haré entonces con Jesús, a quien llaman el mesías?" Todos dijeron: "¡Que lo crucifiquen!" Él replicó: "Pues, ¿qué mal ha hecho?" Ellos gritaron más fuerte: "¡Que lo crucifiquen!"
(Mt 27,22-23)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Segunda Estación. Jesús carga con la Cruz.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Jesús quedó en manos de los judíos y, cargado con la cruz, salió hacia el lugar llamado "la calavera", en hebreo "Gólgota".
(Jn 19,17)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Tercera Estación. Jesús cae por primera vez.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Todos nosotros, como ovejas, andábamos errantes; cada cual siguiendo su propio camino. Y el Señor ha hecho recaer sobre él la perversidad de todos nosotros.
(Is 53,6)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Cuarta Estación. Jesús encuentra a su Madre.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: "Este niño está destinado en Israel para que unos caigan y otros se levanten; será signo de contradicción para que sean descubiertos los pensamientos de todos; y a ti una espada te atraversará el corazón".
(Lc 2,34-35)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Quinta Estación. Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la Cruz.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Cuando lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
(Lc 23,26)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Sexta Estación. La Verónica enjuga el rostro de Jesús.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Sin gracia ni belleza para atraer la mirada, sin aspecto digno de complacencia. Despreciado, desecho de la humanidad, hombre de dolores, avezado al sufrimiento, como uno ante el cual se oculta el rostro.
(Is 53,2-3)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Séptima Estación. Jesús cae por segunda vez.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Era maltratado, y no se resistía ni abría su boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante sus esquiladores, no abría la boca.
(Is 53,7)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Octava Estación. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lo seguía mucha gente del pueblo y mujeres, que se daban golpes de pecho y se lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque vienen días en los que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han amamantado. Entonces comenzarán a decir a las montañas: Caed sobre nosotros, y a los collados: Sepultadnos; porque si esto hacen al leño verde, ¿qué no harán al seco?"
(Lc 23,27-31)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Novena Estación. Jesús cae por tercera vez.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Ha sido traspasado por nuestros pecados, triturado por nuestras iniquidades; el castigo, precio de nuestra paz, cae sobre él, y a causa de sus llagas hemos sido curados.
(Is 53,5)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Décima Estación. Jesús es despojado de sus vestiduras.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Los soldados, después de crucificar a Jesús, se repartieron la ropa en cuatro partes, una para cada uno. Dejaron aparte la túnica, tejida de una pieza de arriba abajo sin costura alguna. Por eso se dijeron: "No debemos partirla; echémosla a suertes a ver a quién le toca". Para que se cumpliera la Escritura: Se repartieron mis vestidos y echaron a suertes mi túnica.
(Jn 19,23-24)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
(Lc 23,33-34)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Duodécima Estación. Jesús muere en la Cruz.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta las tres de la tarde. El sol se eclipsó y la cortina del templo se rasgó por medio. Y Jesús, con fuerte voz, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Dijo esto y expiró.
(Lc 23,44-46)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Decimotercera Estación. Jesús es bajado de la Cruz.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Un hombre llamado José, miembro del tribunal supremo, hombre bueno y justo, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual no estaba de acuerdo con las actuaciones del tribunal y que esperaba el reino de Dios, se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y lo bajó de la cruz.
(Lc 23,50-53)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Decimocuarta Estación. Jesús es colocado en el sepulcro.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca. Hizo rodar una losa grande para cerrar la puerta del sepulcro y se fue.
(Mt 27,59-60)
Breve pausa de reflexión.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO, CAPÍTULO 26, VERSÍCULOS DEL 14 AL 27,66

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO, CAPÍTULO 26, VERSÍCULOS DEL 14 AL 27,66




Domingo de Ramos

JUDAS VENDE AL MAESTRO

14. Entonces uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes,
15. y dijo: "¿Qué me dais, y yo os lo entregaré?" Ellos le asignaron treinta monedas de plata.
16. Y desde ese momento buscaba una ocasión para entregarlo.

LA ULTIMA CENA
17. El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
18. Les respondió: "Id a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: "El Maestro te dice: Mi tiempo está cerca, en tu casa quiero celebrar la Pascua con mis discípulos".
19. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
20. Y llegada la tarde, se puso a la mesa con los Doce.
21. Mientras comían les dijo: "En verdad, os digo, uno de vosotros me entregará".
22. Y entristecidos en gran manera, comenzaron cada uno a preguntarle: "¿Seré yo, Señor?"
23. Mas Él respondió y dijo: "El que conmigo pone la mano en el plato, ese me entregará.
24. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre es entregado! Más le valdría a ese hombre no haber nacido".
25. Entonces Judas, el que le entregaba, tomó la palabra y dijo: "¿Seré yo, Rabí?" Le respondió: "Tú lo has dicho".

26. Mientras comían, pues, ellos, tomando Jesús pan, y habiendo bendecido partió y dió a los discípulos diciendo: "Tomad, comed, éste es el cuerpo mío".
27. Y tomando un cáliz, y habiendo dado gracias, dió a ellos, diciendo: "Bebed de él todos,
28. porque ésta es la sangre mía de la Alianza, la cual por muchos se derrama para remisión de pecados.
29. Os digo: desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el reino de mi Padre".

JESÚS PREDICE A PEDRO SU NEGACIÓN
30. Y entonado el himno, salieron hacia el Monte de los Olivos.
31. Entonces les dijo Jesús: "Todos vosotros os vais a escandalizar de Mí esta noche, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño".
32. Mas después que Yo haya resucitado, os precederé en Galilea".
33. Respondióle Pedro y dijo: "Aunque todos se escandalizaren de Ti, yo no me escandalizaré jamás".
34. Jesús le respondió: "En verdad, te digo que esta noche, antes que el gallo cante, tres veces me negarás".
35. Replicóle Pedro: "¡Aunque deba contigo morir, de ninguna manera te negaré!". Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.

AGONÍA DE JESÚS
36. Entonces, Jesús llegó con ellos al huerto llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: "Sentaos aquí, mientras voy allí y hago oración".
37. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.
38. Después les dijo: "Mi alma está triste, mortalmente; quedaos aquí y velad conmigo".
39. Y adelantándose un poco, se postró con el rostro en tierra, orando y diciendo: "Padre mío, si es posible, pase este cáliz lejos de Mí; mas no como Yo quiero, sino como Tú".
40. Y yendo hacia los discípulos, los encontró durmiendo. Entonces dijo a Pedro: "¿No habéis podido, pues, una hora velar conmigo?
41. Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, dispuesto (está), mas la carne, es débil".
42. Se fue de nuevo, y por segunda vez, oró así: "Padre mío, si no puede esto pasar sin que Yo lo beba, hágase la voluntad tuya".
43. Y vino otra vez y los encontró durmiendo; sus ojos estaban, en efecto, cargados.
44. Los dejó, y yéndose de nuevo, oró una tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45. Entonces, vino hacia los discípulos y les dijo: "¿Dormís ahora y descansáis?". He aquí que llegó la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
46. ¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad que ha llegado el que me entrega".

LA DIVINA VICTIMA ES PRESA Y LLEVADA ANTE EL SANHEDRIN
47.  Aun estaba hablando y he aquí que Judas, uno de los Doce, llegó acompañado de un tropel numeroso con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
48. El traidor les había dado esta señal: "Aquel a quien yo daré un beso, ése es; sujetadle".
49. En seguida se aproximó a Jesús y le dijo: "¡Salud, Rabí!", y lo besó.
50. Jesús le dijo: "Amigo, ¡a lo que vienes!". Entonces, se adelantaron, echaron mano de Jesús, y lo prendieron.
51. Y he aquí que uno de los que estaban con Jesús llevó la mano a su espada, la desenvainó y dando un golpe al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja.
52. Díjole, entonces, Jesús: "Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que empuñan la espada, perecerán a espada.
53. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y me dará al punto más de doce legiones de ángeles?
54. ¿Mas, cómo entonces se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?".
55. Al punto dijo Jesús a la turba: "Como contra un ladrón habéis salido, armados de espadas y palos, para prenderme. Cada día me sentaba en el Templo para enseñar, ¡y no me prendisteis!
56. Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas". Entonces los discípulos todos, abandonándole a Él, huyeron.

57. Los que habían prendido a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos.
58. Pedro lo había seguido de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote, y habiendo entrado allí, se hallaba sentado con los satélites para ver cómo terminaba eso.
59. Los sumos sacerdotes, y todo el Sanhedrín, buscaban un falso testimonio contra Jesús para hacerlo morir;
60. y no lo encontraban, aunque se presentaban muchos testigos falsos. Finalmente se presentaron dos,
61. que dijeron: "Él ha dicho: "Yo puedo demoler el templo de Dios, y en el espacio de tres días reedificarlo".
62. Entonces, el sumo sacerdote se levantó y le dijo: "¿Nada respondes? ¿Qué es eso que éstos atestiguan contra Ti?" Pero Jesús callaba.
63. Díjole, pues, el sumo sacerdote: "Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios".
64. Jesús le respondió: "Tú lo has dicho. Y Yo os digo: desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo".
65. Entonces, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, y dijo: "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo, vosotros habéis oído la blasfemia.
66. ¿Qué os parece?". Contestaron diciendo: "Merece la muerte".
67. Entonces lo escupieron en la cara, y lo golpearon, y otros lo abofetearon,
68. diciendo: "Adivínanos, Cristo, ¿quién es el que te pegó?".

NEGACION DE PEDRO
69. Pedro, entretanto, estaba sentado fuera, en el patio; y una criada se aproximó a él y le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Galileo".
70. Pero él lo negó delante de todos, diciendo: "No sé qué dices".
71. Cuando salía hacia la puerta, otra lo vió y dijo a los que estaban allí: "Éste andaba con Jesús el Nazareno".
72. Y de nuevo lo negó, con juramento, diciendo: "Yo no conozco a ese hombre".
73. Un poco después, acercándose los que estaban allí de pie, dijeron a Pedro: "¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues tu habla te denuncia!".
74. Entonces se puso a echar imprecaciones y a jurar: "Yo no conozco a ese hombre". Y en seguida cantó un gallo,
75. y Pedro se acordó de la palabra de Jesús: "Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.

FIN DEL TRAIDOR
1. Llegada la madrugada, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron una deliberación contra Jesús para hacerlo morir.
2. Y habiéndolo atado, lo llevaron y entregaron a Pilato, el gobernador.

3. Entonces viendo Judas, el que lo entregó, que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
4. diciendo: "Pequé, entregando sangre inocente". Pero ellos dijeron: "A nosotros ¿qué nos importa? tú verás".
5. Entonces, él arrojó las monedas en el Templo, se retiró y fue a ahorcarse.
6. Mas los sumos sacerdotes, habiendo recogido las monedas, dijeron: "No nos es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre".
7. Y después de deliberar, compraron con ellas el campo del Alfarero para sepultura de los extranjeros.
8. Por lo cual ese campo fue llamado Campo de Sangre, hasta el día de hoy.
9. Entonces, se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías:
"Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio del que fue tasado, al que pusieron precio los hijos de Israel,
10. y las dieron por el Campo del Alfarero, según me ordenó el Señor".

JESÚS ANTE PILATO
11. Entretanto, Jesús compareció delante del gobernador, y el gobernador le hizo esta pregunta: "¿Eres Tú el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "Tú lo dices".
12. Y mientras los sumos sacerdotes y los ancianos lo acusaban, nada respondió:
13. Entonces, Pilato le dijo: "¿No oyes todo esto que ellos alegan contra Ti?".
14. Pero Él no respondió ni una palabra sobre nada, de suerte que el gobernador estaba muy sorprendido.

POSPUESTO A UN LADRÓN
15. Ahora bien, con ocasión de la fiesta, el gobernador acostumbraba conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran.
16. Tenían a la sazón, un preso famoso, llamado Barrabás.
17. Estando, pues, reunido el pueblo, Pilato les dijo: "¿A cuál queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el que se dice Cristo?",
18. porque sabía que lo habían entregado por envidia.
19. Mas mientras él estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: "No tengas nada que ver con ese justo, porque yo he sufrido mucho hoy, en sueños, por Él".
20. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la turba que pidiese a Barrabás, y exigiese la muerte de Jesús.
21. Respondiendo el gobernador les dijo: "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?". Ellos dijeron: "A Barrabás".
22. Díjoles Pilato: "¿Qué haré entonces con Jesús, el que se dice Cristo?". Todos respondieron: "¡Sea crucificado!".
23. Y cuando él preguntó: "Pues ¿qué mal ha hecho?", gritaron todavía más fuerte, diciendo: "¡Sea crucificado!".
24. Viendo Pilato, que nada adelantaba, sino que al contrario crecía el clamor, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: "Yo soy inocente de la sangre de este justo. Vosotros veréis".
25. Y respondió todo el pueblo diciendo: "¡La sangre de Él, sobre nosotros y sobre nuestros hijos!".
26. Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuese crucificado.

CORONACIÓN DE ESPINAS
27. Entonces, los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de Él toda la guardia.
28. Lo despojaron de los vestidos y lo revistieron con un manto de púrpura.
29. Trenzaron también una corona de espinas, y se la pusieron sobre la cabeza, y una caña en su derecha; y doblando la rodilla delante de Él, lo escarnecían, diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!";
30. y escupiendo sobre Él, tomaban la caña y lo golpeaban en la cabeza.
31. Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y se lo llevaron para crucificarlo.

CRUCIFIXIÓN
32. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón; a éste lo requisaron para que llevara la cruz de Él.
33. Y llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, "del Cráneo",
34. le dieron a beber vino mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso beberlo.
35. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes.
36. Y se sentaron allí para custodiarlo.
37. Sobre su cabeza pusieron por escrito, la causa de su condenación: "Este es Jesús el rey de los judíos".
38. Al mismo tiempo crucificaron con Él a dos ladrones, uno a la derecha, otro a la izquierda.
39. Y los transeúntes lo insultaban meneando la cabeza y diciendo:
40. "Tú que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, ¡sálvate a Ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡bájate de la cruz!".
41. De igual modo los sacerdotes se burlaban de Él junto con los escribas y los ancianos, diciendo:
42. "A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: baje ahora de la cruz, y creeremos en Él.
43. Puso su confianza en Dios, que Él lo salve ahora, si lo ama, pues ha dicho: "De Dios soy Hijo".
44. También los ladrones, crucificados con Él, le decían las mismas injurias.

MUERTE DE JESUS
45. Desde la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona.
46. Y alrededor de la hora nona, Jesús clamó a gran voz, diciendo: "¡Elí, Elí, ¿lama sabactani?", esto es: "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?".
47. Al oír esto, algunos de los que estaban allí dijeron: "A Elías llama éste".
48. Y en seguida uno de ellos corrió a tomar una esponja, que empapó en vinagre, y atándola a una caña, le presentó de beber.
49. Los otros decían: "Déjanos ver si es que viene Elías a salvarlo".
50. Mas Jesús, clamando de nuevo, con gran voz, exhaló el espíritu.

PRODIGIOS
51. Y he ahí que el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra, se agrietaron las rocas,
52. se abrieron los sepulcros y los cuerpos de muchos santos difuntos resucitaron.
53. Y, saliendo del sepulcro después de la resurrección de Él, entraron en la Ciudad Santa, y se aparecieron a muchos.
54. Entretanto, el centurión y sus compañeros que guardaban a Jesús, viendo el terremoto y lo que había acontecido, se llenaron de espanto y dijeron: "Verdaderamente, Hijo de Dios era éste".
55. Había también allí muchas mujeres que miraban de lejos; las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole.
56. Entre ellas se hallaban María la Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

LA SEPULTURA
57. Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual también era discípulo de Jesús.
58. Se presentó delante de Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le entregase.
59. José tomó, pues, el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia,
60. y lo puso en el sepulcro suyo, nuevo, que había hecho tallar en la roca. Después rodó una gran piedra sobre la entrada del sepulcro, y se fue.
61. Estaban allí María la Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

CUSTODIA DEL SEPULCRO
62. Al otro día, el siguiente de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y fueron a Pilato,
63. a decirle: "Señor, recordamos que aquel impostor dijo cuando vivía: "A los tres días resucitaré".
64. Manda, pues, que el sepulcro sea guardado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vengan a robarlo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos", y la última impostura sea peor que la primera".
65. Pilato les dijo: "Tenéis guardia. Id, guardadlo como sabéis".
66. Ellos, pues, se fueron y aseguraron el sepulcro con la guardia, después de haber sellado la piedra.


COMENTARIO

14. Iscariote, es decir, hombre de Kariot, que significa aldea y es también el nombre propio de una población de Idumea. Véase la profecía de Abdías que es toda contra Edom. Cf. v. 24; S. 59, 11; 75, 11; Is. 63, 1 ss.; Habac. 3, 3; Apoc. 19, 13 ss.
17. Los ázimos son panes sin levadura, que los judíos comían durante la Octava de la Fiesta de Pascua. El día era un jueves, ese mismo en que ellos anticipadamente debían comer el cordero pascual (Luc. 22, 8; Juan 18, 28 y nota).
25. Tú lo has dicho: Jesús pronunció estas palabras en voz baja, de modo que los otros discípulos no las entendieron, como se ve en Juan 13, 28 - 29. La traición de Judas no es solamente fruto de su avaricia, sino también de la falsa idea que tenía del Mesías. Para él un Mesías humilde y doliente era un absurdo, porque no comprendía que Jesús quiso poner a prueba la fe de sus discípulos, con su humildad, que también estaba anunciada por los profetas lo mismo que los esplendores de su reino (Is. 49, 7 s.; 53, 1 ss.; 61, 1 ss.). Véase Luc. 24, 46 y nota.
26. Cf. Luc. 22, 20 y nota. Merk cita aquí Ex. 24, 8; Jer. 31, 31; Zac. 9, 11; Hebr. 9, 12 y 20. El texto de Jeremías es el que S. Pablo reproduce ampliamente en Hebr. 8, 8 ss., donde trata del sacerdocio de Cristo. Véase Marc. 14, 14 y nota. La Iglesia Católica Apostólica Romana profesa la fe de que, diciendo: "éste es el cuerpo mío", Jesús convirtió la substancia del pan en su Cuerpo, así como después la substancia del vino en su Sangre. Con esto no sólo quedó instituido el sacramento de la Eucaristía, sino también el sacrificio de la Santa Misa, en que Jesús se ofrece constantemente al Padre. Véase los lugares paralelos.
31. Cf. v. 56 y nota; Juan 16, 32; Zac. 13, 7.
35. Dios nos deja en este pasaje una lección insuperable de desconfianza en nosotros mismos. Cf. v. 75; 21, 28 ss. y notas.
36. Que ellos se sienten, mientras Él va a postrarse en tierra. Lo que sigue muestra cómo respondieron ellos... y nosotros.
42. Esto es: quiero que tu voluntad de salvar a los hombres, para lo cual me enviaste (Juan 6, 38 - 40), se cumpla sin reparar en lo que a Mí me cueste. Ya que ellos no aceptaron mi mensaje de perdón (Marc. 1, 15; Juan, 1, 11; Mat. 16, 20 y nota), muera el Pastor por las ovejas (Juan 10, 11 y nota). Aquí se ve la libre entrega de Jesús como víctima "en manos de los hombres" (17, 12 y 22) para que no se malograse aquella voluntad salvífica del Padre. ¿Acaso no le habría Éste mandado al punto más de doce legiones de ángeles? (v. 53). "Esta voz de la Cabeza es para salud de todo el cuerpo porque es ella la que ha instruido a los fieles, inflamado a los confesores, coronado a los mártires" S. León.
45. ¿Dormís ahora y descansáis? Véase Marc. 14, 41 y nota.
50. No le pregunta Jesús a qué ha venido, sino que le manifiesta conformidad con que lleve adelante su propósito, como cuando le dijo: lo que haces hazlo cuanto antes (Juan 13, 27).
51 s. Fue S. Pedro (Juan 18, 10). Cf. Gén. 9, 6; Apoc. 13, 10 y nota.
53. Véase v. 42 y nota. La bondad del divino Maestro no excluye a Judas (v. 50). Cf. Juan 13, 27.
54. Véase Is. 53, 7 - 10.
56. ¡Todos! Véase Marc. 14, 50 y nota. Es muy digno de observar el contraste entre esta fuga y la escena precedente (v. 51 - 54). Allí vemos que se intenta una defensa armada de Jesús, es decir, que si Él la hubiese aceptado, obrando como los que buscan su propia gloria (Juan 5, 43), los discípulos se habrían sin duda jugado la vida por su caudillo (Juan 11, 16; 13, 37). Pero cuando Jesús se muestra tal cual es, como divina Víctima de la salvación, en nuestro propio favor, entonces todos se escandalizan de Él, como Él se lo tenía anunciado (v. 31 ss.), y como solemos hacer muchos cuando se trata de compartir las humillaciones de Cristo y la persecución por su Palabra (13, 21). Algo análogo había de suceder a Pablo y Bernabé en Listra, donde aquél fue lapidado después de rechazar la adoración que se les ofrecía creyéndolos Júpiter y Mercurio (Hech. 14, 10 - 18).
60. Eran dos falsos testigos, que tampoco estaban acordes en su testimonio, como vemos en Marc. 14, 59.
65. La blasfemia consiste, a los ojos de los sanhedrinitas, en el testimonio que Jesús da de Sí mismo, confesando la verdad de que Él es el Hijo de Dios. Cf. Lev. 24, 16.
75. Pedro cayó, porque presumió de sus propias fuerzas, según se lo advirtió el mismo Cristo. Si hubiera pensado, como David, que sólo la gracia nos da la constancia y fortaleza, no habría caído ciertamente.
5. Mientras Pedro llora contrito, Judas se suicida, porque le falta la confianza en la misericordia de Dios, que a todos perdona. Es la diferencia entre el solo remordimiento, que lleva a la desesperación, y el arrepentimiento, que lleva al perdón. Cf. 21, 28 y nota.
9. Véase Zac. 11, 12 s.; Jer. 32, 6 ss.
18. Por envidia: se refiere a los sacerdotes (Marc. 15, 10), contra cuya maldad apelaba Pilato ante el pueblo. Marcos (15, 11) reitera lo que aquí vemos en el v. 20 sobre la influencia pérfida con que aquellos decidieron al pueblo, que tantas veces había mostrado su adhesión a Jesús, a servirles de instrumento para saciar su odio contra el Hijo de Dios, hasta el punto de persuadirlo a que lo pospusiese a un criminal (Luc. 23, 18; Juan 18, 40). San Pedro recuerda al pueblo esta circunstancia en Hech. 3, 14 - 17.
19. Según una tradición piadosa, se llamaba Claudia Prócula. La Iglesia griega la venera como santa.
24. Pilato dice este justo, confesando así públicamente la inocencia de Jesús; y sin embargo, lo condena a morir en una cruz. Vemos aquí el tipo del juez inicuo, que por política y cobardía abusa de su poder y viola gravemente los deberes de su cargo. Sus vacilaciones se prolongan por largo rato; pero puede más lo que él cree su interés, que la voz de su conciencia y la previsión de su mujer (v. 19). Véase Marc. 15, 2 ss.; Luc. 23, 3 ss.; Juan 18, 33 ss.
27. Nótese que no son obra directa del pueblo judío, como suele creerse, las atrocidades cometidas en la Pasión de Cristo. Los que azotan a la divina Víctima, le colocan la corona de espinas, le escarnecen y le crucifican son los soldados romanos (Juan 19, 2 ss.), a cuya autoridad Jesús había sido entregado por los jefes de la Sinagoga (v. 18 y nota).
32. Esta obra de caridad valió a Simón la gracia de convertirse. Murió, según una antigua tradición cristiana, como Obispo de Bosra. Sus hijos Alejandro y Rufo aparecen en el Evangelio de San Marcos como cristianos (Marc. 15, 21). Cf. Rom. 16, 13.
35. Cf. S. 21, 19. Los que lo crucificaron... "El Evangelio está hecho para poner a prueba la profundidad del amor, que se mide por la profundidad de la atención prestada al relato: porque no hay en él una sola gota de sentimentalismo que ayude a nuestra emoción con elementos de elocuencia no espiritual. Por ejemplo, cuando llegan los evangelistas a la escena de la crucifixión de Jesús, no solamente no la describen, ni ponderan aquellos detalles inenarrables, sino que saltan por encima, dejando la referencia marginal indispensable para la afirmación del hecho. Dos de ellos dicen simplemente: Y llegaron al Calvario donde lo crucificaron. Otro dice menos aún: Y habiéndolo crucificado, dividieron sus vestidos. ¡Y cuidado con pensar que hubo indiferencia en el narrador! Porque no sólo eran apóstoles o discípulos que dieron todos la vida por Cristo, sino que es el mismo Espíritu Santo quien por ellos habla".
45. Hora sexta: mediodía. Hora nona: a media tarde.
46. Véase S. 21, 2; Marc. 15, 34 y nota.
51. Según S. Jerónimo, al rasgarse milagrosamente el velo del Templo que separaba el "Santo" del "Santo de los Santos", Dios quiso revelar que los misterios antes escondidos iban a ser en Cristo manifestados a todos los pueblos. Según S. Pablo, el velo figuraba la carne de Cristo que al romperse nos dio acceso al Santuario Celestial (Hech. 6, 19; 9, 3; 10, 20 - 22).
52 s. "El abrirse los sepulcros tuvo sin duda relación con el terremoto y con el hendirse de las rocas, y se efectuó a la vez que estos dos fenómenos. En cuanto a la resurrección de los muertos, estuvo indudablemente relacionada con su aparición en la ciudad, lo cual aconteció después de haber resucitado Jesucristo. Estos "santos" eran justos insignes del Antiguo Testamento, venerados de manera especial de los judíos, de los contemporáneos de Jesucristo y de aquellos a quienes se aparecieron, y fallecidos con la fe puesta en el Redentor prometido. Su resurrección, etc. (v. 53) tenía por objeto dar fe de la de Cristo en Jerusalén y hacer patente que mediante la muerte redentora de Jesucristo había sido vencida la muerte, y que su gloriosa Resurrección encerraba la prenda segura de la nuestra. Cf. Hebr. 2, 14 s.; Juan 5, 25; 11, 25 s.; I Cor. 15, 14 - 26 y 54 s.; Col. 1, 18; 2, 15; I Pedr. 1, 3 y 21; Apoc. 5, 5" (Schuster Holzammer). Véase la nota I Cor. 15, 26. A estos santos parece referirse S. Ignacio de Antioquía cuando dice: "Cómo podríamos nosotros vivir fuera de Él, a quien hasta los profetas, sus discípulos en espíritu esperaban como a su Maestro. Por eso Él, después de su venida - por ellos justamente esperada - los resucitó de entre los muertos" (carta a los Magnesios 9).
57. José de Arimatea se atreve a ser partidario de un ajusticiado, colocándolo en su propio sepulcro, para dar a entender a todos que Él era inocente. El noble senador, que no había consentido en la condenación de Jesús (Luc. 23, 51), es el modelo del cristiano intrépido que confiesa su fe sin cálculos humanos.
59 s. Entierro anunciado en Is. 53, 9.
62. Preparación, en griego "Parasceve". Así se llamaba el viernes, por ser el día en que hacían los preparativos para el sábado.
66. Estas precauciones que tomaron los sacerdotes y fariseos nos han proporcionado un testimonio muy valioso en favor de la resurrección del Señor. Porque esta misma guardia tuvo que confesar que Cristo había resucitado (28, 11).


CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS

CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS




El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada. 

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. 

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey. 

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto". 

Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa. 

Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Via Crucis de los días santos. 

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo. 

"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús. 

Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.

La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.